María José Pérez | Girl Up

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Por: María José Pérez / Girl Up Latinoamérica

“Una piscina de 50 metros me parece muy grande”, la historia de Mary al-Atrash

Cada cuatro años, los Juegos Olímpicos capturan la atención de todo el mundo. Durante la competencia, aficionados de múltiples naciones siguen el día a día de las delegaciones de sus países. En cada medalla, récord, logro o simplemente el hecho de poder representar a su nación, los atletas se convierten en héroes o modelos a seguir en su país pero, detrás de ese gran logro, se encuentran años de dedicación y sacrificio para poder competir a ese nivel.

Es cierto que los atletas olímpicos se enfrentan a grandes retos durante el proceso de estar a la altura de ese nivel de competencia, lo que conlleva desafíos tanto físicos como mentales. Sin embargo, para algunos existen otro tipo de retos, que salen de sus manos y hacen que el camino rumbo a los Juegos Olímpicos sea aún más difícil. Un claro ejemplo de ello son los retos a los que se enfrentan los atletas de Palestina, que desde hace décadas afectan en su desarrollo y competencia.

Durante los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, la delegación de Palestina le mostró al mundo de lo que es capaz. Esta es la historia de Mary al-Atrash, nadadora palestina que, junto a cinco atletas más, cambió la narrativa para los atletas de origen palestino, al convertirse en la delegación más grande desde Atlanta en 1996.

La pasión de Mary al-Atrash por la natación comenzó a sus siete años, pasión que la llevó a competir en múltiples campeonatos en China, Líbano, Qatar, Dubai, Rusia y, posteriormente, perseguir el sueño olímpico en Río 2016. Además, la motivó en sus estudios para poder obtener un título en Administración Empresarial en la Universidad de Belén.

Durante su camino al sueño olímpico, Mary al-Atrash, como todos los atletas, le dedicaba día y noche a sus entrenamientos. Pero a diferencia de otros, Al-Atrash además tenía que buscar la manera de entrenar en piscinas de hoteles o instalaciones dentro de Beit Sahur, su ciudad de origen. La situación era realmente difícil, pues dentro de su ciudad no existían instalaciones adecuadas para su entrenamiento.

Ella y su entrenador, Mousa Nawawreh, tenían dos opciones. La primera era ir a Beit Jala, una ciudad entre Jerusalén y Belén, donde tenían que pasar por dos puntos de control, los cuales llevaban horas y ni siquiera garantizaban el acceso. Su segunda opción era ir a Jerusalén y pasar por el punto de control conocido como la Tumba de Raquel o 300, donde miles de personas cruzan diariamente. Ninguna opción era viable para poder entrenar todos los días pues, además de dedicar su vida a la natación, debía continuar con sus estudios. Por eso tuvo que conformarse con una piscina de 25 metros dentro de su ciudad.

Esta era una de sus mayores dificultades, junto a la poca asistencia financiera de su país para perseguir sus sueños. Pese a lo anterior, con solo 22 años, Mary al-Atrash calificó. Lo logró con una marca de 29.91 segundos como su mejor tiempo en los 50 metros libres, casi cinco segundos más que la marca de 25.28 requerida para la clasificación olímpica, gracias a un programa del Comité Olímpico Internacional para naciones cuyos atletas no cuentan con el mínimo de clasificación.

Mary al-Atrash asegura lo siguiente:

No tener piscinas olímpicas en Palestina crea dificultades, pero (los atletas palestinos) [somos] ambiciosos y queremos levantar nuestra bandera y llevar el nombre de los palestinos a todo el mundo.

Así fue como, llena de orgullo, Mary puso en alto la bandera de su país en la ceremonia de apertura. A pesar de que sus marcas no eran las mínimas, ella se mostró victoriosa ante los ojos del mundo, pues para ella era todo un logro llevar el mensaje de la situación en Palestina.

Era la mañana de las pruebas clasificatorias para semifinal de los 50 metros libres, el evento principal de Mary al-Atrash. De los 91 atletas en la disciplina, solo 16 avanzarían a la siguiente fase. Los meses de arduo trabajo al fin tendrían cosecha, y así fue, con 28.76 segundos, rompiendo su récord personal, terminó tercera en heat.

Una vez concluida su participación en Río 2016, dijo a los medios: “una piscina de 50 metros me parece muy grande”, pero se sentía infinitamente agradecida por haber tenido la oportunidad de representar a su país. Desafortunadamente, al-Atrash terminó en 63° posición en el ranking y no logró pasar a la siguiente fase.

Hoy, el futuro de los atletas de Palestina se encuentra colgando de un hilo y, al considerar la situación a la que se enfrentan, les llevará décadas poder restaurar todo el progreso que una vez tuvieron. Sin embargo, historias como la de Mary al-Atrash nos demuestran que la perseverancia y dedicación, a pesar de las dificultades, pueden llegar hasta el sueño olímpico y poner en alto el nombre de su país.

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