Desde la banda
Por: Gabriela Martínez
La verde que nadie se quiere poner
La Selección Mexicana antes era el premio al esfuerzo de los futbolistas mexicanos. De hecho, a veces algunos jugadores probados se quedaban fuera de las competencias y estos reclamaban su lugar, pero parece que esa época ya se olvidó.
Hoy los seleccionados mexicanos han tenido derrotas que los ponen en el ojo del huracán y no hablo de los marcadores adversos, sino de quienes ya no van a los estadios, los jerseys tricolores fuera de los más vendidos y la disminución del interés en general hacia los partidos de la selección. Todos tenemos explicaciones para esto, pero ahora les cuento las mías:
Un negocio sin fundamentos deportivos. La Federación Mexicana de Futbol (FMF) hace aproximadamente 10 años se planteó ser un negocio rentable, autosuficiente y lucrativo. Lograron las tres cosas, pero descuidaron al material humano para lograrlo. Usaron a los jugadores como productos y se les olvidó hacerlos de élite, entrenar a las fuerzas básicas; creyeron que las figuras de hace una década seguirían vigentes y no llevaron a cabo un proceso de formación.
Las flores de un día. En un país como México donde se buscan héroes en cada esquina, todos hemos contribuido a ensalzar de más a jugadores que llegan a tener una buena tarde en la cancha. Se nos han olvidado los pasos necesarios para formar una carrera porque ninguna de las grandes figuras llegó solo así, ni Messi, ni Cristiano, nadie. Es necesario tener una estrategia global más allá de jugar y competir para realmente sobresalir de los otros países.
El conformismo. Las expectativas bajaron de buscar el quinto partido a quedar en la fase de grupos de un Mundial de futbol, lo peor es que esa perspectiva parece no importar en el gremio futbolístico. En lugar de analizar lo sucedido en los partidos, se buscan culpables y aún más preocupante es la actitud de los futbolistas a quienes no les pido irse a llorar por los rincones, pero sí podrían reconocer las fallas y hacer una autocrítica para remediarlas.
Ante este escenario, lo mejor sería no ir al siguiente Mundial, pero seremos anfitriones. Así que a prender veladoras para ver si la selección mexicana consigue una situación más agradable.