Gabriela Martínez

Gabriela Martínez

Por: Gabriela Martínez

¡Juegan como hombres!

Esta frase la escuché mientras veía un partido del Mundial Femenil. Mi primera reacción, lo admito, fue refutar esa afirmación, pero al ver a quien la dijo, me di cuenta de que lo decía para resaltar el talento de las chicas y su nivel de juego en el campo.

En este Mundial pasó algo muy importante: las chicas son futbolistas profesionales quienes desde pequeñas han sido entrenadas en forma, ya no solo mujeres que por genética o costumbre juegan fútbol. Ellas están preparadas para desplegar una gran calidad deportiva fácil de apreciar.

Definitivamente, a revolución del futbol femenil está en marcha. Hoy cualquiera ve sus partidos, cualquiera, y aunque esto parece algo muy simple, es un logro porque antes solo era visto por mujeres que aspiraban a ser las jugadoras en las cancha. Ahora en las gradas puedes ver a todas y todos apoyando a sus equipos favoritos.

También la gente compra el jersey de su jugadora favorita. Simplemente, el de Sam Kerr es el más vendido en Australia, más que cualquiera de la selección varonil. A esto debemos sumarle la clase y el espectáculo de las chicas al jugar. La FIFA tenía un poco de temor al aumentar el número de equipos nacionales para este Mundial, pero además de marcadores de escándalo, las futbolistas nos regalaron gratas sorpresas y los récords de asistencia no dejaron de caer por estadios abarrotados, así como un buen número de espectadores viéndolo por televisión o redes sociales.

Qué felicidad ver a estas deportistas y escuchar los elogios hacia su desempeño. Únicamente, falta la asignatura pendiente del salario, el cual, estoy segura, pronto deberá ser igual al de los varones.