Por: Gabriela Martínez

Ciudad de México, Ciudad de México a 09 de febrero del 2020.- Érase una vez una selección femenil mexicana a la que nadie tomaba en cuenta, entonces un ex jugador y en ese entonces entrenador, Leonardo Cuéllar decidió tomar las riendas del combinado.

Nadie exigía, no había apoyo, tampoco una liga, entonces todo lo que esta selección hacía, era ganancia.
Cuéllar era visto como un salvador de muchas jugadoras que gracias a que él les dio una oportunidad tuvieron la fortuna de jugar representando a su país.

El tiempo pasó y el talento de las jugadoras creció, cada vez más chicas mexicanas jugaban futbol, después de mucha presión, las autoridades voltearon a ver a esta selección que entrenaba en las sombras.

En ese momento el sistema de Cuéllar se había quedado atrás, no avanzó al mismo ritmo del futbol femenil Mundial.

Y hubo jugadoras como Charlyn Corral, inspirada por lo hecho por la selección femenil de España en 2015, se atrevió a criticar el sistema del entonces entrenador, algunas voces más la apoyaron y Cuéllar dejó de ser el entrenador.

Pero las historias de las selecciones mexicana y de la española terminaron diferente: en el caso de las ibéricas, después de la destitución del entrenador, la federación puso atención en el Mundial Femenil de 2019 llegaron a los octavos de final.

En cambio, en el Tri femenil, a la salida de Leonardo, se decidió dejar a su hijo Christopher Cuéllar al frente y la delantera Corral fue “separada” de la selección; el resultado, no conseguir el boleto al Mundial y ahora no consiguieron el boleto a Juegos Olímpicos.

Basta de los pretextos, porque estar en la zona de Concacaf hará que siempre te enfrentes a Canadá y Estados Unidos, ambas potencias en este deporte.

Es momento de hacer un verdadero cambio y hacer que los resultados cambien.