Las chicas del 99 siguen luchando

Por: Gabriela Martínez

Ciudad de México, Ciudad de México a 17 de mayo del 2020.- Crecí en una familia futbolera: todos, papás, tíos, hermanos y parientes cercanos, hablaban de futbol. Me encantaba escuchar las historias que se contaban y me llamaba mucho la atención cuando mi mamá platicaba sobre cómo mi abuelita la llevó al Estadio Azteca a la final de un Mundial femenil en 1971. Aquel era un suceso que mis ojos no habían visto. ¿¡Un mundial femenil!? Conocía nombres como “la Peque” Rubio, Alicia Vargas “la Pelé” y Elsa Huerta, pero yo no las había visto jugar; ellas eran parte de la Selección Mexicana de futbol.

Entonces, en 1999, se anunció el primer Mundial femenil avalado por la FIFA, un acontecimiento extraordinario. Al fin veía juegos de futbol femenil en la televisión. La Selección Mexicana asistió y fue goleada, pero el mundo pudo conocer a Iris Mora y Maribel Domínguez. De cualquier manera, los reflectores se centraron en la final: Estados Unidos vs. China. El escenario de esa contienda fue el Estadio Rose Bowl, al cual asistieron 90,185 personas, un récord. Mia Hamm, Michelle Akers y Brandi Chastain levantaron el trofeo de campeonas, pero lograron algo más: la FIFA decidió seguir haciendo el Mundial incluso en divisiones inferiores. Ellas abrieron una brecha.

La selección femenil estadounidense volvió a coronarse en el Mundial de Francia 2019. El grito “Equal Pay” se escuchó muy fuerte porque el combinado demandó a su federación por pago equitativo antes de su participación en el torneo. Recientemente, esa demanda fue desestimada por un juez. Esto pudo resultar de una pugna política, ya que varias jugadoras declararon abiertamente no congeniar con el presidente Trump. Si fue así, me parece un motivo aberrante para ignorar una petición legítima.

La Selección del 99 hizo que miles de mujeres no desecháramos el sueño de jugar futbol. Ellas llenaron un estadio, pusieron a Estados Unidos en el mapa del futbol (algo que no ha hecho el equipo varonil) y lograron que la FIFA no desistiera de seguir organizando estos eventos. Aquella Selección nos enseñó que, contra todo, una debe salir a ganar. Por eso, la pelea por la equidad de condiciones aún no termina.