Gabriela Martínez

Gabriela Martínez

Por: Gabriela Martínez

El silencio que molesta

Ciudad de México, Ciudad de México a 11 de julio del 2021.- Me emocioné el día que la Comisión de Selecciones Nacionales de México anunció los cambios de entrenador y el plan de trabajo de las selecciones femeniles de futbol. Se trataba de ver por fin un proyecto serio para esta división futbolística en el país y en otro texto compartí mi felicidad. Hoy, esas emociones dieron un vuelco de 180 grados.

En días recientes se dio a conocer que la FIFA, el órgano rector del futbol mundial, sancionará a la Federación Mexicana de Futbol (FMF) con dos partidos de veto para la selección nacional tras no haber podido contener el grito homofóbico de algunos aficionados durante los encuentros del combinado varonil.

Después de eso, se supo que la FMF había decidido cerrar al público los partidos de la selección femenil para cumplir la sanción. Indudablemente, las ganancias obtenidas por cada división son distintas, pero también es injusto y no creo que la Federación quiera demostrar su minusvaloración hacia una de sus selecciones.

Sin embargo, más allá de la noticia, nadie ha salido a desmentir esa información y como dice el refrán: “El que calla, otorga”. En definitiva, esta es la peor manera de actuar porque “sí te apoyo, pero eso me da el derecho de usarte para mi beneficio”; una perspectiva errónea, ya que el futbol femenil seguirá, tal vez sin apoyo, pero el talento de las futbolistas mexicanas no podrá ser tapado con un dedo.

Y para quienes digan: “¿Qué ha ganado la femenil?”, yo les pregunto: ¿qué ha ganado la varonil? Finalmente, no es cuestión de agudizar una guerra de género innecesaria, se trata de hacer lo correcto, demostrar un apoyo real hacia el futbol femenil y si se confirma el rumor, el soporte de la FMF hacia la selección dirigida por Mónica Vegara quedará como un espejismo.

Ojalá la Federación aclare la situación o, por lo menos, respalde sus hechos, pero si esto no sucede, espero que la FIFA, con su programa destinado a la expansión del futbol femenil, no lo acepte. Incluso si ninguna de las organizaciones hace algo, los seleccionados deberían poner el ejemplo y asumir las consecuencias del mal comportamiento de su afición.

Cuando terminé de escribir esta columna, la FMF seguía sin hablar, pero si nosotras ya no estamos dispuestas a callarnos, ustedes tampoco deberían.