En la mira
Por: Montserrat Martínez Calvo
En busca de un deporte con igualdad
¿Cuántas veces hemos notado cómo recibimos un trato diferente a los hombres en los deportes? Todas hemos llegado a observar cómo se nos dan menos recursos, sean uniformes, transporte, e incluso atención. No somos nosotras las que aparecemos en los medios de comunicación, en redes o incluso en la misma publicidad dentro de nuestra universidad. La lucha por la igualdad de género en los deportes ha estado presente año tras año y cada vez se busca más participación de las mujeres en todas las competiciones posibles.
En los Juegos Olímpicos de la Antigua Grecia solo podían participar los hombres debido a que se consideraba el género débil, al mismo tiempo las únicas espectadoras de las justas eran las mujeres solteras, las casadas estaban vetadas de las competencias. Fue ahí donde gracias a la lucha de varias mujeres por la igualdad se crearon los Juegos Herea o Juegos de Hera, los cuales consistían en una carrera a pie que se organizaba cada 4 años solo para mujeres y debían correr con el pelo suelto y con una sola túnica que llegaba arriba de las rodillas y que les dejaba al descubierto su pecho derecho, con el propósito de crear aún más controversia. [2] Con el paso de los años en la época Romana, nuevamente toda actividad física dirigida a la mujer fue cancelada y considerada pagana, por lo tanto volvimos a perder contra la visión y los pensamientos del hombre.
En la Edad Media, en Europa, las mujeres tuvieron una participación prácticamente nueva en todas las actividades físicas, pero en China se desarrolló un deporte llamado cuju, una especie de adaptación del fútbol. Posterior a este, para el siglo XIX, se desarrollaron los primeras Olimpiadas en donde, nuevamente no hubo participación de la mujer. El Comité Olímpico Internacional (COI) le negaba a las mujeres su participación con la excusa de que “no eran capaces o aptas” para ciertos deportes. Fue entonces cuando un grupo de mujeres que luchaban por la igualdad en el deporte crearon los Juegos Mundiales Femeninos en 1922 y 1926 con el afán de poder participar en cualquier deporte, incluir a las mujeres y demostrar la capacidad de cada una de nosotras. Los juegos cada vez tenían más impacto en las mujeres dentro de la sociedad y esto provocó que el COI se viera obligado a abrir la participación femenina en las Olimpiadas. [1]
Podemos ver que nuestra lucha por la igualdad dentro del deporte viene de muy atrás y, por más participación femenina que tengamos actualmente en deportes como gimnasia, baloncesto, fútbol, voleibol, entre otros, aún no recibimos el mismo trato. Observamos cómo aún los salarios femeninos son menores comparados con los salarios de los hombres, cómo en las noticias y portadas de periódicos aún vemos solo a los varones y cómo tenemos solo una que otra noticia de vez en cuando sobre el impacto de las mujeres en el deporte. Incluso podemos el apoyo a los deportes masculinos es mayor que a los deportes femeninos. Cada año escuchamos los nombres de atletas femeninas como Serena Williams, Simone Biles, Diana Taurasi, Sue Bird, Megan Rapinoe y muchas otras más que han hecho que cada vez más niñas quieran seguir sus pasos y seguir evolucionando en el deporte.
Poco a poco hemos logrado tener más presencia y mostrar la capacidad que cada una de nosotras tenemos, cómo luchamos y nos esforzamos por lograr nuestros sueños y por ser cada vez mejores. Aún hay mucho camino por recorrer para llegar a un mundo de igualdad de género, donde se nos vea con el mismo valor dentro de cada uno de los deportes, pero juntas haremos que nos tomen en cuenta cada vez más, juntas nos apoyaremos para que cada una de las mujeres dentro del deporte sean recompensadas como se merecen y así mostrar que también vale la pena invertir en nuestras competencias. Queremos ser tratadas como iguales, tener los mismos salarios, las mismas instalaciones para jugar y entrenar, los mismos recursos de transporte, uniformes, comidas, entre otros, y ser reconocidas por nuestro valor, dentro y fuera de las canchas.