Montserrat Martínez Calvo | Girl Up

Montserrat Martínez Calvo | Girl Up

Por: Montserrat Martínez Calvo / Girl Up

“El sexismo detrás de los uniformes”

¿Cuántas veces muchas de nosotros vamos al gimnasio y pensamos determinadamente que ponernos? La idea de irnos en top y licra corto se nos asoma por la mente, pero luego recordamos que podemos pasar a sentirnos incómodas por cómo nos verían o incluso lo que nos puedan llegar a decir. Imaginemos por un segundo lo que se siente ser atletas de alto nivel donde son obligadas a utilizar uniformes con los cuales se sienten incómodas y observadas todo por ayudar con el “marketing” y promoción del evento.

Durante los Juegos Olímpicos de Río 2016, el equipo femenino noruego de balonmano de playa decidieron, con el conocimiento de que iban a ser multadas, utilizar a cambiar su vestimenta deportiva en la final del torneo, pasar de un bikini a una licra que está por arriba de la rodilla. Esto creo tanto impacto en la sociedad que incluso Pink, la cantante estadounidense, decidió pagarles la multa y fue así como muchas equipos de distintos deportes, desde volleyball de playa hasta gimnasia han empezado una revolución de cómo les gustaría competir en sus justas deportivas, desde un leotardo completo hasta licras largas. 

En los pasados Juegos Olímpicos realizados en Tokio 2021, Mary Harvey, directora general del Centro para el Deporte y los Derechos Humanos, comentó que las mujeres a menudo se ven obligadas a anteponer su aspecto físico a lo que les resulta cómodo llevar para satisfacer a sus patrocinadores y a quienes dirigen sus respectivos deportes. [1] 

Ese mismo año las gimnastas alemanas fueron en contra de la sexualización de su deporte utilizando un leotardo de cuerpo completo. Una de ellas, Elisabeth Seitz, comentó que quería que todas las atletas tuvieran “la oportunidad de decidir por sí mismas lo que quieren llevar». [1] La gimnasia es uno de los deportes en donde se permite este tipo de vestimenta durante las justas, por más que no todas la prefieran, pero en deportes como el volleyball de playa o el balonmano de playa donde un reglamento establece el uso de bikini y específicamente menciona que debe de ser «con un ajuste ceñido y cortados en ángulo ascendente hacia la parte superior de la pierna».

Justamente con el acto sucedido en Río se espera que la Federación Internacional de Balonmano tenga que realizar ajustes en sus normas para permitir este tipo de uniformes, sería el escenario más favorable para las atletas, pero solo queda estar a la espera de que esto verdaderamente pase.

Pero es ahí donde entra nuestro papel como mujeres en el deporte. Cada vez más debemos luchar por lo que queremos, que sea un ambiente de comodidad y tranquilidad que va justamente desde el uso de un uniforme. Sí, tendremos consecuencias a lo largo de nuestra lucha y de eso estamos  conscientes, pero si nosotras no hablamos de lo que queremos y merecemos, ¿quién lo hará por nosotras? Lastimosamente seguimos viviendo en un mundo donde el marketing de nuestro cuerpo sigue teniendo un alto lugar para el patriarcado, desde las porristas en los tiempos fuera de los deportes hasta las mismas atletas con respectivos deportes a nivel de playa. Pero es ahí donde debemos estar juntas y confiar que nuestra lucha llevará a las próximas generaciones a estar más seguras de ellas mismas y que sean valoradas por su desempeño y capacidades que por como se ve ese “lindo traje”. Es momento para hacer un cambio y poder llegar al punto de estar cómodas con lo que usemos en cualquier ambiente, desde los Juegos Olímpicos como hasta el gimnasio a la vuelta de la casa y saber que sigue siendo un ambiente seguro para cada una de nosotras.