Por: Korina Sánchez S.

Twitter: korinasanchezz

La historia del balón ponchado

Tijuana, Baja California, México a 14 de septiembre del 2020.- Era tarde y no teníamos nada que hacer. Cruzando la banqueta nos encontramos un balón de futbol ponchado y ahí empezó todo. Lo pateamos mientras nos reíamos tanto porque no logramos que llegara lejos.

Desde ese día nos reuníamos por la tarde para jugar con el balón que un amigo llevaba a casa. El buen futbol no llegó, pero sí el compañerismo y la amistad entre los vecinos, misma que algunos conservamos hasta nuestra edad adulta.

La nobleza del fútbol radica en la facilidad para practicar este deporte: Sólo de necesita un balón. Cero equipamiento que implique costos extra y un recinto con material específico (aunque es lo ideal), porque puede jugarse casi en cualquier espacio.

El futbol representa una oportunidad para muchos niños de pasar un momento amable, compartir con otras personas la forma de ver el mundo y se vuelve un sinónimo de alegrías en la vida diaria.

En la calle, por ejemplo, se juegan los mejores partidos porque son entre amigos, sin presión más que la de pasar un buen momento. Las llamadas “retas” fueron parte de toda una generación que no vivió con un smartphone en mano.

¿Cuándo empezaste a jugar futbol? ¿En dónde fue? ¿Cuántos años tenías? ¿Con quién jugaste? ¿Tenías un balón favorito? ¿Alguna vez te “decomisaron” un balón? ¿Sigues jugando fútbol? ¿Por qué? ¿Todavía te gusta el futbol?

Y sobre nuestro balón ponchado diré que se desgastó tanto de la cubierta sintética, que quedó inservible y tuvimos que abandonarlo. Ahí cambió nuestra rutina y nuestras vidas de alguna forma. Llegó un balón nuevo, pero no nos daba tanta risa jugar con él. ¡Hasta siempre, balón ponchado!

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