Gabriela Martínez

Gabriela Martínez

Por: Gabriela Martínez

La culpa perseguirá a los Astros

Los salarios de las Grandes Ligas nos sorprenden cada temporada por las cantidades estratosféricas que implican. Las ganancias de la MLB se calculan en millones de dólares; por consiguiente, llegar a la Serie Mundial, y más aún ser campeones, significa ingresos importantes para los equipos. Esto genera una competencia feroz para tener a los mejores peloteros disponibles.

Algunos beisbolistas cayeron en la tentación de la trampa para favorecer su rendimiento y de pasada injerir en los resultados positivos de sus equipos en Grandes Ligas. En consecuencia, quienes incurrieron en estas acciones fueron duramente castigados. Sin embargo, hace poco esto escaló a otro nivel cuando los Astros robaron las señales de equipos contrarios (lo cual es ilegal) y a pesar de ello se convirtieron en campeones de la Serie Mundial.

El 12 de noviembre de 2019, estalló la bomba cuando el exlanzador de los Astros, Mike Fiers, dio el “pitazo” en una entrevista publicada en la revista The Athletic. De ahí en adelante, la bola de nieve solo fue creciendo. La liga aplicó algunos castigos, pero la mayoría de los peloteros consideró que más allá de la ventaja deportiva está la deslealtad a los compañeros de profesión, y aunque en público hablaron acerca de guardar las formas, en privado había quienes estaban molestos.

En la temporada 2020, algunos de los peloteros expresaron su descontento y si bien fueron reprendidos por los directivos, también fueron apoyados por la afición que no pudo alzar la voz en su momento debido a las restricciones en estadios implementadas por la pandemia.

No obstante, en el primer juego de 2021 de la serie Astros-Yankees, los aficionados se unieron en un solo grito: “Fuck Altuve, fuck Altuve!”, y a pesar de que el estadio no estaba a su máxima capacidad, la demanda no pudo ser ocultada. Ciertamente, los jugadores de los Astros deberán cargar con ese mote durante mucho tiempo. Si en lugar de negarlo los implicados lo hubieran aceptado y ofrecido disculpas, el entorno ahora sería distinto, pero eso no pasará.

Ya se han jugado dos temporadas y ni los compañeros ni los fanáticos olvidan. Lo peor del caso es que probablemente la trampa seguirá porque todos quieren ganar y, por supuesto, llevarse las ganancias. Entonces, prepárense para escuchar más gritos molestando a la novena de Houston durante unos 10 o 20 años más.

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