La cancha disidente
Por: Michelle Chacón
Abusos dentro del fútbol femenil
#NoMoreSilence (No más silencio), fue el hashtag que inundó las redes sociales a inicios de Octubre del presente año. ¿La razón? Las jugadoras de la National Women’s Soccer League (NWSL) denunciaron coerción sexual por parte del ahora ex-entrenador del equipo North Carolina Courage, Paul Riley. Todo esto a raíz de testimonios de Sinead Farrelly, Mana Shim, Kaiya McCullough, entre otras jugadoras.
Lo preocupante de esta situación es que no fue la primera vez que se reportó las conducta de Paul Riley, Mana Shim dijo que ya lo había reportado al equipo de Portland Thorns en el 2015, pero ni la liga ni el equipo hicieron algo al respecto, guardaron silencio y se permitió que este entrenador siguiera perjudicando a otras jugadoras. Lamentablemente, los y las responsables de todo este daño se vieron obligades a hablar y actuar hasta que recientemente se hizo público lo que hicieron.
La violencia machista dentro del fútbol no es algo reciente, es algo que ha existido desde hace años atrás, pero que gracias a que jugadoras como las de Estados Unidos han reportado públicamente estos abusos, otras jugadoras alrededor del mundo se han animado a levantar la voz y denunciar otros abusos de los cuales también han sido sobrevivientes.
En un reciente comunicado vía redes sociales, la estrella del fútbol venezolano, Deyna Castellanos, reconoció que los testimonios de las estadounidenses Sinead Farrelly y Mana Shim, la hicieron reconocer los abusos que vivió en la selección venezolana, cosas que ella misma llegó a normalizar en su tiempo pero que ahora se da cuenta que no es normal. En este comunicado colectivo, varias jugadoras de distintas categorías de la selección venezolana, denunciaron al entrenador panameño Kenneth Zsemereta, quien las dirigió entre 2008 – 2017, acusándolo de haber abusado psicológica y sexualmente a distintas jugadoras entre ese periodo. Cabe mencionar que varias de ellas eran menores de edad, y desde entonces el entrenador también les cuestionaba sobre su orientación sexual, amenazandolas de revelar su orientación a sus padres si no jugaban como él quería.
Algo alarmante sobre este caso en particular, es que en el comunicado mencionan que, una compañera que prefirió mantenerse anónima, confesó que fue sobreviviente de los abusos de Zsemereta desde que tenía 14 hasta los 18 años. Estos abusos ocasionaron que la futbolista se negara a participar en torneos, decisión que la terminó afectando no sólo psicológicamente, sino también económicamente, porque su sueldo como jugadora era uno de sus principales ingresos del hogar, lo cual la vulnero completamente a ella y a su familia.
¿Por qué las mujeres somos las que nos vemos obligadas a alejarnos de los espacios que disfrutamos, por culpa de una estructura patriarcal que sostiene y apoya a personas violentas?
El patrón en casos de abuso dentro del fútbol femenil (que claro, faltaron mencionar otros como el caso de Haití y el caso más reciente de Canadá), es que el entrenador acusado, aprovecha su situación de poder para manipular a las jugadoras, y obtener a cambio lo que él desea. Pues de lo contrario, la carrera de las jugadoras puede verse afectada, o incluso terminada. En una sociedad machista donde al hombre se le permite todo, y a la mujer se le acusa de mentirosa, muchas van a preferir mantenerse calladas, y permitir que los abusos sigan ocurriendo. Esto no es culpa de las mujeres, y tampoco es culpa de un sólo individuo (refiriéndome al entrenador que comete el acto), sino es culpa de todo un sistema que permite que esto siga ocurriendo. Todas las personas involucradas, sobre todo las que están en la toma de decisiones, deben poner medidas de prevención y actuación para estas situaciones.
Aquí una breve recopilación de las demandas que han hecho, de manera general, las jugadoras que denuncian casos de abuso dentro del fútbol femenil alrededor del mundo:
— Protecciones básicas para las jugadoras, asegurándose de que trabajan dentro de un espacio seguro y libre de violencia (protocolos, políticas, etc.)
— Las ligas y equipos de fútbol involucrados deben empezar investigaciones independientes para encontrar casos de abuso y poder actuar debidamente
— Las personas y equipos que han sido acusados de abusos, deben ser suspendidos de manera inmediata, ya que el bienestar de las jugadoras va primero y no las pueden seguir exponiendo de esa manera
— Brindar apoyo psicológico y económico a todas las sobrevivientes de abuso dentro del fútbol femenil (reparación de daños)
— Crear e implementar métodos donde las jugadoras puedan reportar, de manera segura e inmediata, casos de abuso
Ligas, equipos, federaciones, organizaciones, jugadoras, entrenadores y entrenadoras, fans, medios, etc. Tenemos que unirnos para no permitir que esto siga pasando, y asegurarnos de que las futbolistas afectadas obtengan justicia porque, ¿qué pasa con todos esos casos que aún no han sido denunciados? Sobre todo aquellos en contextos en los que hay una menor infraestructura, inversión y desarrollo para el fútbol femenil. Las niñas y mujeres que disfrutamos de este deporte queremos decirles que #NoMásSilencio, las canchas son nuestras y ya no vamos a permitir que se nos violente dentro de estas.