Gabriela Martínez

Gabriela Martínez

Por: Gabriela Martínez

La historia alcanzará a Ana Guevara

Había una vez una atleta de alto rendimiento que se desempeñaba en un deporte sin ningún apoyo ni práctica común en México. Ella era considerada una superdotada porque sin la injerencia de otros deportistas de élite se colaba en los podios, hizo ondear la bandera de su país en unos Juegos Olímpicos y, de paso, alentó a muchas niñas a seguir sus pasos.

Esa atleta se llama Ana Gabriela Guevara y, durante sus años mozos, pregonó que ella sabía del esfuerzo necesario para alcanzar sus metas deportivas. Además, dejó claros la indiferencia de las autoridades y el soporte de los patrocinadores. En 2008, Guevara puso fin a su carrera deportiva definitivamente.

En su momento, dijo estar completamente decepcionada y sin energías para continuar. Un año antes, sus disputas con Mariano Lara, entonces presidente de la Federación Mexicana de Atletismo, se habían intensificado y entonces amenazó con no competir en Beijing 2008 si la CONADE no destituía a Lara.

Mariano, quien fue denunciado por Guevara acusándolo de fraude y peculado, dijo alguna vez: «Ella no es nadie para pedir una destitución. Aquí en México hay instituciones y las instituciones se respetan». Por su parte, Ana replicó: «No me perjudica poner mi cabeza de por medio para poder salvar a los demás y demostrarle a la gente que no lo hago por mí, sino por mi país y por las futuras generaciones. Llegar a este extremo sería un golpe contundente para el deporte de México, para la delegación, pero también una forma de hacer notar que las cosas se tienen que hacer mejor.»

En su conferencia de despedida, Guevara declaró: “Las cosas siguen exactamente igual. Sigue siendo una política sucia y los beneficios son para muy pocos. Siempre los perjudicados terminan siendo los deportistas.»

Ahora como titular de la CONADE, Ana Guevara se comporta como la gente a quienes juró destruir, esos contra los que iba a luchar a capa y espada. Hoy le da la espalda a los atletas mexicanos. A esto sumemos sus desafortunadas declaraciones invitando a las nadadoras a vender Tupperware si quieren asistir a sus competencias.

El pasado puso a Ana en lo más alto del deporte y el presente la podría colocar en el lado contrario, ahí donde el pueblo la repudiará.

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