Por: Gabriela Martínez

Ciudad de México, Ciudad de México a 24 de mayo del 2020.- La pandemia que originó el COVID-19 no la esperaba nadie. Ningún gobierno estaba preparado para este escenario; por eso, se debieron tomar medidas extraordinarias que nos han dejado sin varios espectáculos.

Desde el inicio de este año, cuando se empezó a ver la magnitud del problema, varias voces se inclinaron a pedir la cancelación de eventos deportivos. Sin embargo, los organizadores evitaron a toda costa decir esa palabra y se limitaron a dar largas o posponer las fechas. La hecatombe vino cuando el comité de los Juegos Olímpicos canceló las justas veraniegas en 2020 y las reagendó para el próximo año.

Apenas la semana pasada, la Liga MX dio por terminada la temporada del Clausura 2020. Para mí fue la mejor decisión que se pudo tomar en términos de salud, pero es sabido que, por lo menos, 192 empleados perderán su fuente de ingresos; algo que lamentó mucho principalmente por la desigualdad que se vive en México.

La Liga MX no es precisamente la organización que mejor lleva a cabo los protocolos en caso de emergencia; por lo cual, sería incapaz de procurar las medidas sanitarias tal como lo marcan las autoridades. Para empezar, los sanitarios de los estadios en la Ciudad de México a veces ni siquiera tienen agua, mucho menos jabón o desinfectante; y por otra parte, hay ocasiones en las que los aficionados, cegados por el amor a sus equipos, persiguen a los jugadores aun hasta sus hoteles de concentración. Además, los entrenamientos de los futbolistas representarían otro reto.

Hoy la Liga MX tiene por delante la misión de adaptarse y prepararse para eventualidades de este tipo. Es claro que perderá mucho dinero, pero, de haber seguido adelante con el torneo, el costo hubiera sido mucho más alto.

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