Gabriela Martínez

Gabriela Martínez

Por: Gabriela Martínez

Las porras pueden esperar

El 19 de agosto de 2016, Usain Bolt estaba en la pista del Estadio Olímpico João Havelange para correr la final de los 200 metros. El inmueble estaba abarrotado, la pistola de salida sonó y, en ese instante, los flashes del público iluminaron los segundos en que el jamaicano corrió. Eso quedó grabado en los celulares y las cámaras fotográficas de quienes asistieron al evento.

Los Juegos Olímpicos son eso, instantes, momentos que duran apenas segundos y solo podemos atestiguar cada 4 años. Para las Olimpiadas de Tokio, ya esperamos por lo menos 5 y para quienes deseaban asistir físicamente a una justa de esta magnitud, la espera se alargará.

En días pasados, los organizadores de los Juegos anunciaron la prohibición de público extranjero en las competencias. La razón es simple: se está tratando controlar el movimiento de la gente y así evitar el contagio de COVID-19, el virus que tiene al mundo en alerta. La posición parece radical, pero yo la apoyo.

Tokio 2020 iba a ser, según los especialistas, el evento deportivo de la sustentabilidad y modernidad; la justa donde se utilizarían materiales reciclados. Hoy, a pesar de las circunstancias, estos Juegos siguen teniendo la oportunidad de adaptarse.

Los atletas son los protagonistas; por lo tanto, reemplazarlos no es viable, pero los aficionados deberán esperar para apoyarlos. Es necesario evitar aglomeraciones, tratar de parar el contagio y demostrar la disposición al cambio para darle al mundo los Juegos de Tokio, los cuales podrían ser una especie de analgésico para el dolor que ha dejado la pandemia.

El mejor apoyo que puede recibir esta justa es no escuchar los vítores de las gradas, seguir las reglas, presenciarlos, si se puede, por algún medio de comunicación, y gritar desde casa para celebrar abrazados cuando llegue el momento. Tal vez sean otros 3 años de espera, pero la salud es ahora lo más importante.

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