Gabriela Martínez

Gabriela Martínez

Por: Gabriela Martínez

El aprendizaje de la liga que no fue

Ciudad de México, Ciudad de México a 25 de abril del 2021.- El 18 de abril, el mundo del futbol sucumbió. Doce equipos (entre los cuales estaban el Real Madrid, la Juventus, el Inter de Milán y el Liverpool) anunciaron la creación de la Súper Liga, un proyecto ya difundido ante los medios, pero del cual se desconocían los detalles. Esto no solo implicaba una competencia a la actual Liga de Campeones, sino también la salida de los equipos fundadores de la nueva liga con el respectivo impacto económico hacia las ligas europeas que cada uno representa.

Tanto la UEFA como la FIFA usaron todos los recursos a su alcance para evitarlo. Las primeras decisiones fueron sacar a los equipos de las ligas locales y restringir la participación de estos en las competencias de sus selecciones. Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, quien en ese momento fue vocero de la Súper Liga, explicó un día después de su creación que esta obedecía al acaparamiento de los ingresos por transmisión de partidos por parte de las federaciones y al deseo de los equipos de recibir las ganancias correspondientes. Florentino incluso habló de un acuerdo con la dupla Amazon-Twitch.

Los posibles castigos, la presión de los aficionados (principalmente ingleses) y la inconformidad de los jugadores finalmente no le permitió a la Súper Liga tener su “patada inicial”. Solo un día duró la ilusión de los equipos fundadores, pero ¿qué repercusiones tendrá en las federaciones esta intención?

Ya en otras columnas había expresado que el streaming debería ser más tomado en cuenta para las transmisiones de los partidos y, si bien los derechos ya están designados a otras televisoras, es necesario abrirse a esa opción porque tanto su alcance como los recursos económicos (aquellos tan peleados) evidentemente serán mucho mayores al considerarla. Sin embargo, también es momento de voltear a ver a los jugadores y aficionados.

Los fundadores de la Súper Liga trataron de seguir el modelo de competencia cerrada (común en las actividades deportivas en Estados Unidos), el cual ha demostrado certeza financiera en ligas como la NFL y la NBA, algo que buscan desesperadamente los dueños de los equipos europeos tras la especulación monetaria derivada por la actual pandemia. No obstante, a diferencia de las ligas europeas, las estadounidenses tienen una gran organización detrás.

Como ejemplo, las transmisiones de los partidos de la NBA son combinadas, es decir, se pueden ver por televisión abierta, de paga y streaming. Eso ha significado que el alcance de aficionados se triplique en los últimos años según datos proporcionados por Nielsen IBOPE. De hecho, mediante la NBA League Pass el aficionado puede comprar desde un juego hasta toda la temporada de la liga. Por su parte, la NFL recibe por concepto de trasmisión 18.5 mil millones de dólares, los cuales reparte equitativamente entre todos sus equipos.

Entonces, si los clubes europeos quieren desarrollar estos modelos exitosos, deberían hacerlo con una estrategia de fondo. Parecía que la Súper Liga desafiaba a los poderosos, pero en realidad solo promovía el beneficio de los clubes. Por eso, su pequeño intento de cambio fracasó; sin embargo, debe servir como experiencia para las federaciones, dueños, futbolistas y aficionados. Este fue un ligero movimiento, pero podría ser el presagio de un gran terremoto.

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