Gabriela Martínez

Gabriela Martínez

Por: Gabriela Martínez

No hay que sufrir en silencio

Ciudad de México, Ciudad de México a 06 de junio del 2021.- Antes de María Sharápova, Serena Williams, Ana Ivanovic y Simona Halep, el tenis mundial femenil tuvo en Mónica Seles a una de sus estrellas. Una joven serbia (que posteriormente se naturalizó estadounidense) acaparó en los años noventa los reflectores al colocarse como una tenista de élite siendo adolescente.

El precio pagado por Mónica al estar en la cima del ranking fue muy alto. A sus 19 años sufrió un ataque que marcó su vida y le obligó a abandonar las pistas más de dos años: un aficionado, quien claramente no estaba en sus cabales, la apuñaló por la espalda en el torneo de Hamburgo. Años más tarde, la ahora miembro del Salón de la Fama contó cuán mal la pasó tras ser herida, pero también los trastornos sufridos incluso antes del atentado.

Seles no sabía por qué la gente la señalaba en las calles. Era juzgada duramente en los medios de comunicación y, a consecuencia de no hablarlo ni atenderse, sufrió constantes trastornos alimenticios. De acuerdo con expertos en salud mental que trabajan con deportistas famosos, su visibilidad es bendición y maldición a la vez.

Hoy es Naomi Osaka quien levanta la mano. Primero, no dio declaraciones en el Roland Garros y, tras su victoria en el torneo francés, abandonó el certamen. Además, declaró que en varias etapas de su carrera ha tenido lapsos de depresión difíciles de superar. Esta situación le generó un desmedido número de críticas porque “al ser profesional” conoce cuál es la dinámica. No obstante, en realidad no sabemos cómo impactan los desafíos diarios a los deportistas de alto rendimiento.

La acción de Osaka en este momento es un parteaguas. La mayoría de los atletas de élite que han aceptado sufrir estos problemas lo hacen generalmente en el retiro porque no quieren ser criticados por quienes los perciben como infalibles. Sin embargo, las nuevas generaciones no deben ver en el deporte una causa de sufrimiento.

Imagínense siendo extraordinarios en su disciplina deportiva favorita, pero de repente ya no disfrutar sus logros, pensar en las nuevas generaciones como más talentosas que ustedes o simplemente ya no querer ser atletas por el resto de su vidas y entenderlo como una decisión definitiva e irrevocable. Ahí es donde radica la valentía de Naomi y de quienes se han atrevido a hablar de sus pensamientos negativos y su falta de control sobre estos.

Actualmente, Mónica Seles se dedica a dar conferencias a jóvenes deportistas a quienes les dice: «Mi madre y mi padre hicieron todo lo mejor que pudieron, pero sé lo difícil que fue no tener a alguien con quien hablar. Pensé que si alguna vez superaba esto como una persona cuerda, yo estaría allí para hablar. No hay que sufrir en silencio». En ese sentido, más atletas deben hablar y visibilizar los problemas mentales porque no son ajenos a su profesión.

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