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Oswaldo Vázquez

Por: Oswaldo Vázquez

Cuauhtémoc Blanco, el talento de barrio

El director de la orquesta crea la coordinación para la música, él lidera a sus músicos, y decide como se interpreta una obra. Hay mucha similitud entre Cuauhtémoc y el director, quizás el “Temo” no llevaba frac, pero el partido iba a su ritmo, la pelota lo buscaba porque a ella le gusta que la traten con mimos.

intrépido por excelencia y astuto por naturaleza. Desfachatez genuina, pero con carácter de sobra. Cuauhtémoc era el prototipo de jugador de barrio, esos que se han escaseado, creado en las calles para asombrar a los más grandes.

Mientras más hostil era el ambiente, él quería aparecer, mientras más lleno estaba el estadio, él quería ser el interprete de la obra. La presión y el “Cuau” eran mejores amigos, se conocieron para estar juntos por siempre.

Si el partido fuera un concierto, este era el escenario perfecto para que Cuauhtémoc nos mostrará su repertorio de fantasías y de festejos. La “Cuauteminha” hay que enmarcarla; la imaginación y el talento en su máxima expresión. Blanco inventaba y al mismo tiempo dibujaba sonrisas. Dejemos de lado la táctica, el prototipo de “10” que pensaba antes de correr, no era rápido, pero tenia el don del ilusionista.

La pelota siempre al “10”, o la pelota siempre al “temo”, da igual, es lo mismo. Cuando el juego se ponía cuesta arriba, allí siempre aparecía él, un demente puesto en escena.

Vago para el juego, atrevido para las tempestades, una de ellas una rodilla echa pedazos, algunos lo daban por retirado, pero volvió para adaptarse a su cuerpo y a su juego, nos vamos a quedar con las ganas haberlo visto más tiempo en el viejo continente. Marcó la niñez, la adolescencia o la vejez de muchos, cada quien lo disfruto a su manera. Sus festejos quedaran en la posteridad.

Se divertía con la pelota, y es que de eso se trata, inventor de muchos festejos que forman parte de su legado, un legado que ya esta en le cajón de los recuerdos.

Fabricando fantasías, como decía Maelo Ruiz, eso hacia Cuauhtémoc, la ilusión nacía de sus pies para a la postre hacerla realidad y convertirla en un gol o una asistencia.

El “Cuau” era tan autosuficiente como un soldado en la guerra, líder como un revolucionario, creativo como como un artista e inteligente como un erudito. La polémica, una de sus mejores compañeras. No es el tipo que saldría con la más guapa de la clase, pero si es el enganche que todo delantero quisiera de compañero porque Cuauhtémoc es el talento de barrio.

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